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Foto del escritorAaron Almansa

“Hablar es una necesidad, escuchar es un arte”

Es una frase de Goethe. Y es que saber escuchar no es algo innato. La naturaleza humana nos impulsa a verbalizar sentimientos, juzgar y dar consejos. Como el lenguaje, la escucha se aprende y se perfecciona con el tiempo.


El equilibrio entre saber escuchar y saber hablar genera el dialogo.


Es muy común que cuando dos personas se comunican no se escuchen, sólo se oigan. En vez de intentar prestar atención a lo que se dice, mientras uno habla el otro está pensando qué va a decir cuando acabe. Sin escucha no hay diálogo, sino simplemente una serie de monólogos consecutivos.


La habilidad de “escuchar” es más difícil de desarrollar que la de ser “buen comunicador”, pero proporciona mucha más autoridad e influencia. Si alguien es buen comunicador pero no sabe escuchar, corre el riesgo de expresar de forma elocuente cosas que no interesan a su audiencia, y limita enormemente su capacidad de recibir informaciones y conocimientos que por otra vía no recibiría.


Escuchar es una de las principales aptitudes que determinan el manejo de las relaciones personales y profesionales, posibilita percibir sentimientos y perspectivas ajenas, y por tanto genera poder y conocimiento.

Es una de las principales habilidades de las personas con altos niveles de inteligencia emocional, y una característica común de los mejores negociadores.


Una conversación no la domina quien más habla, sino quien más pregunta


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